Como hablar de un ramo de mariposas

de la seda en la longitud del horizonte

de la flor, la blanca flor en mes de primavera.

Puedo volar mil historias con tus manos

y escribir al viento mil poemas con tu alma,

puedo ser una lluvia bendita

tallada en violines de acuarelas y guitarras,

y en cuerpo pequeño

un corazón aún más gigante que la vida.

Porque tienes un universo de ternura

unas moléculas de verso inagotable

y en tus labios vive la fruta dulce de mi existencia.

Una pradera de luz se abre en el mar azul del cielo

y la pluma del amor nos dibuja

a la arquitecta medida de los infinitos.

Tan simple, tan complejo, tan sublime,

ya no encuentro la manera de nombrar a tus milagros

siendo que tú eres, fenómeno mismo entre los labios.

Y cuando el mundo se desarma,

como una dinamita explotando entre los dientes,

yo encauso, desenvaino los ojos y te miro…

y al mirarte todo es como una pasarela de camelias y arco iris,

 un sueño que bucea entre los sueños y despierta,

como un delfín sobrevolando por las olas.

Luego, tras la lluvia de las lágrimas enfermas, nada existe,

acarician tus alas mis alones heridos que gimen

como un gran agujero inmenso entre la noche,

¡ay de mi mujer, y de mi cuerpo vendado!

¡ay de mi corazón entre las astillas de los vidrios!.

Levanta mi alma, y riega mi cuerpo muriendo en las cenizas,

y que la paz nos lleve como un fénix de luces albas.

Ningún día es huella y aserrín del ayer,

cada madrugada es un germen distinto,

pero hoy, esta aurora, sabe al fruto de las vides,

es un ritmo acompasado de alas y lamparillas,

una bengala de vitrales a vuestro templo.

El día del amor, marca, tatuaje y sello desde venas,

hoy cada palabra es un beso, cada verso es un poema

cada instante es un alma sagrada y misteriosa,

un corazón olímpico, invicto y millonario.

Hoy es la época, que no habla de piel, ni de cuerpo,

y mientras el afecto se filtra por los poros

el ayer se entierra, en un hoy que es distinto.

Esas son tus alas, el libro del amor abierto,

un misil de luz en la honda noche de mi alma,

cada átomo tuyo es sagrado e irremplazable,

tus ojos son como el milagro de los verbos,

principio y fin de las ciencias de Dios.

Reciclas con tus manos el basural enorme de mi corazón,

 soldas mi cuerpo, y fundes mi alma,

somos sufijo y prefijo, alfa y omega,

comienzo de relatos infinitos,

el universo os esculpe

a puro contorno de estrellas y jazmines,

y una picana amable de rayos cósmicos

y al amparo celeste de los sueños

somos inmunes e interminables.

Era la tenebrosidad que solía deglutir el sol,

y mi materia era fantasma de osarios,

emergiste con tus alas y a tus ojos me embruje de vida.

Eras la partícula cuántica de mi ADN, el gen de mis tiempos,

eres ayer, hoy, mañana y siempre,

como un corazón de sortilegio en torzales,

como un monumento de alba y cosmos,

significado y sentido de todas mis plegarias.

Yo siempre fui de alambres y chinches,

de lana y chirolas,

de telillas y lienzos descocidos,

un pincel sin lírica,

un poeta sin su musa,

un arte sin mayúsculas ni bramidos,

un clavo oxidado sin maderas,

un ser mendigo, sin alma ni refugios.

Pero todo brilla al consuelo de tu existencia,

he muerto tantas veces, pero es tu amor,

ley distinta e intachable,

que vuelve cada vez que te olvido,

cada vez que pierdo brújula en los bosques

y el opaco de lo invencible e imposible,

se vuelve a tus alas de amor

posibilidad concreta de las maravillas.

Era una selva de granito y aserrín

Y mi muerte se anunciaba por las trompetas del universo.

Era suave tañido y escarcha,

Silencio, desierto, caja vieja y ralea ruin.

Y arribaste, majestad de Marte,

Prole boreal del imperecedero.

Todo basta en ti, eres amor puro e infranqueable,

Doncella de las lunas más inmaculadas

E irresistible sensación del ínfimo dominio.

Llegaste y  tus alas acariciaron mis catástrofes,

El tártaro concluyó en dos moléculas de gemas,

Y la vida bastó a los ojos.

Eres tan simple y compleja,

Como un conjunto de algoritmos en cadena,

Y tus alas, tus alas de amor me elevan,

Como esas almas trenzando al paraíso,

Como esas aves que al firmamento buscan

Cruzar los peajes sin final.

Me miras a un milímetro de distancia,

y el recorrido se vuelve un beso a los labios,

se abren todos los libros,

y sus letras nos derraman el cielo.

Y pregunto, ¿cuánto amor cave en tus ojos?,

y contesta tu alma,

mis iris son un planeta en el universo,

una esfera que al sol gira y habla,

soy el infinito rellenando lo interminable,

mis ríos de amor recorren tus costas

van directo a puerto abierto,

y mi mirada se alumbra

y enamorado me pierdo

en un bosque de almejas

sin ningún final que nos hable.

Y el pájaro del cielo modula

una partitura del amor extinto. 

Podría decir de tus ojos tantas cosas

y de tu alma incluso más que el infinito,

podría ser como un disco que al fin repite,

como retro los poemas más bonitos.

¿A dónde amor, dime a dónde?

¿a dónde irían las palabras, sin la luz que tu propagas?,

sin ese brillo de relámpago resaltando en tu mirada.

Llévame amor, sobre tus alas contigo,

seremos como el junco, el sol, el mar, suspiros vivos.

Todas mis firmas te reclaman,

todos mis nombres están contigo,

surrealista, de concreto, de todo sueño te persigo.

Llévame amor, sobre tus alas contigo,

quiero escalar de punta en alba,

de cielo en cielo, de voz en trino.

Todas mis formas te reclaman,

mi margen, mis renglones,

mi hoja en túnel, mi pluma alada, los fieles racimos.

ven con tus alones mi alteza,

que lo noble y lo dinámico vive contigo,

nunca sabre como lo haces,

injertaras la vida siempre

sobre mi muerte de tierra y barro

y mi corazón de polvo eterno será por ti y contigo

para siempre de los siempres bendito.

Había prendido la radio

y una balada de poemas nació como trenes de flechas,

gorgojos de viento, entre mar, cubierta y arena.

Las manchas del campus eran sanguijuelas  piqueteras,

ese era el paso de la historia,

 encarnado a las carnes de frágiles novelas.

Le seguías tú, antónimo, a compás de puño y letra

eras cántaro a mansalva de las aguas, eras,

ay amor, si que eras a las curvas de la vida

cintura de violines, entre silencios y corcheas,

yo, mendigaba un grano de tu alba

y te seguía en la reproducción de las sombras,

eras indudable e indiscutible embrión de cuadros,

maravillosa magnanimidad de estelas,

y me enamoraba de ti, cardumen boreal de magnolias,

me enamorabas y pronto rompí los vidrios de ese sueño,

y al morir la noche, al cerrar sus sierres

fuiste mía, ancorando las almas para siempre.

Te invito a que doblemos la esquina del mundo

y desarmemos hologramas de noches tan lejanas,

te invito a gatillar las palabras, a besar a las lisonjas,

a invadir todas las galaxias, te invito vida mía al amor.

Te invito al fin del mundo, al infinito, a las calles de relámpagos

y las grandes metrópolis del sol.

Te invito a vivir en un cuento de estrellas

a rosar los ojos

a pulir los labios

a desvestir la luna blanca, y verla tan bella esta noche.

Te invito al paladar de los sabios,

y a un libro abierto profesado por el Dios,

te invito a realizar los sueños,

a cabalgar el horizonte,

a caminar el agua

a volar las tierras de un circuito interminable,

a bucear el paraíso y comprender nadando

las máximas expuestas del amor.