Alas

Deben ser milagros los de tus ojos

Que se zambullen en el aire

Como deseando un beso.

De mis ojos a tus pupilas de soles

Se levantan como torres piramidales

Historias, libros antaños.

Yo le ruego al rey de los cielos

Que me adentre la eternidad entera

Para hacer entre tu corazón y el mío

La infinita primavera.

Tú, la bella, la preciosa,

La más hermosa flor entre la ola de los mares,

Escribiéndote como hada de los vientos

En esa pequeña distancia

Donde los labios se abordan.

Tú, la médica, la maga, la enfermera,

La que me vuelve de la muerte

Con el beso eléctrico, más besos que los besos,

Y yo, deseándolo, como quien suplica por su vida,

Son de él todos los remedios.

Me inyectas el fénix a los labios

Y va como rayo, suspirando luces,

Hasta abrazar el corazón de mi alma

En un solo bombeo de universos de amor.

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Palabras para una madre

Tu alma dicta tantas cosas

Que vienen y van entre mis manos

Como si la sangre supiera el camino de los cisnes.

Luego te escribo desde tus ojos…

Me gusta la palabra amor

Que florece de tu boca

Y como un puente de río y nos enlaza,

Porque tú eres agua dulce

Que me acuna desde el verbo el alma.

No es menos el beso de tus ojos

De golondrinas volando y mariposas blancas

Y tus abrazos llenos con esa magia santa.

Que decir de tus caricias de ángel

Gotas de luz del alba.

Que decir de tu vientre

Del bello nido en tus entrañas,

Si yo soy un pájaro tuyo

Que al infinito horizonte canta.

¿Cómo hablar de la cantera aquella erosionada de diamantes?

De tus células solubles

De tu esqueleto transparente

De tu espíritu reinando entre las ánimas.

¿Cómo describir la eternidad más sabia?

Si mi pluma es humana y tu lenguaje celeste

Y de raíces cuánticas.

Me gusta la palabra amor,

Sus altares de acuarelas,

Sus arco iris sagrados

Sus estelas infinitas,

Me gusta verla partir como un secreto de tus labios

Y como un túnel de letras

Escribir poesía en mi corazón viviente.

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Gracias por su lectura, saludos para todos

Es ella, y su mirada volando

Una mirada tuya basta

Para llenar el corazón del inmenso cielo,

Lo que trae tu alma no lo tiene el mundo entero.

Quisiera en ese paso que va de tus labios a mi boca

Enredarme como el junco en vez primera

Y ser a tus ojos el ave de las aves prisionera.

No habrá universo comparable

Que desarme tras sus pasos las estrellas

Esas que se quedaron volando,

Danzando entre los besos, doncella.

Yo juntaré los sueños con mi pluma,

Haré barquitos de letras, los haré nadar

Llegarán con remos de luces

Escribiendo la libertad.

Y las aguas brillarán cantando

Un poema celeste, tridimensional

Que selle en las almas del viento

El amor universal.

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Que le sea la paz a los hombres

Sea la paz al mundo un fomento de continuadas raíces, un árbol de tronco y ramas, y de hojas y de copas, de luces y más luces, así se multiplique, como el rocío que acontece entre la noche oscura y reverdece la onda vida entre los bosques.

Como una baguala sisella de jazmines, dichosa y alabada, que a lo largo de las selvas siembra, el monte aromado, de las blancas colinas del maravilloso misterio.

Que no sea más un hombre aquel rey de los primates, aquella palabra injusta, aquella atroz guerra sin razones, el arma más letal, con su trágico cerebro falto de andamiajes, de caminos y de libros que indican la tercera huella más allá de los grandes cielos.

Que no sean los niños víctimas de un despojo, que sea el corazón del mundo el que hable, el que lata más allá del universo, que los unos se amen a los otros, y la paz sea y se contagie y se nazca y se renazca a cada molécula que le llaman tiempo.

Si existiera alguna vez un pelotón, una milicia, o algún campamento entre las trincheras, sea ese el de las almas, las más grandiosas, las que enseñan, las que plantan, las que dicen que la guerra es el camino a la ignorancia, al fermento inhumano, que recorre los ríos del vacío, y que solo la paz es una alianza para ejercer la ley celestial del matrimonio, esa que dice que el amor y la paz, son tan gemelos, que vivirán hasta la eternidad incomparable.

El alma de la paz

La paz tiene los ojos de un niño

la querella de un diablo,

la mirada de un ángel.

Su cuerpo es santo, si,

esta hecho de cielo enfurecido y calmo.

Tiene el corazón lleno de misterio

con sus alas enraizándose al corazón del mundo.

La paz es invisible, pero a la vez tan árbol

que pareciese reverdecer al alto,

agitarse como bandera triunfal en los brazos del viento.

La paz lleva el camino transparente,

las pupilas de un ángel en las palmas de Dios.

Es como una mujer noble y sustanciosa

un ser que nace para prodigar la vida.

Su preámbulo, astro rey en al alba,

asoma su rastro cada vez que la luz es lenguaje.

Luego la paz tiene huesos de hombres,

y tiene tierras, las tierras del mundo,

y tiene átomos, esbeltas células,

perímetros, geometrías, geografías del amor indescifrable.

Si, el alma de la paz es el amor,

aquel señor constituido de palomas blancas

aquel fénix de artesanal armadura,

si, verdad, grandiosa verdad,

el himno de la paz es el amor

ese mismo sol que alumbra la cara oscura del orbe,

el que se hace amigo,

ese hermano sin sangre, ese bastón sin filo.

El espíritu de la paz,

la voluntad, sus extensiones,

todo es amor en alquimia.

¡Oh señora!,

 ¡oh señor de fuego claro y alma!,

misericordia, piedad,

paz y amor juntaos de la mano

en el verbo de un santo poema,

y los dos sean sublimes almas gemelas

que como un bastión os ampare

y como unas lisonjas  barran las guerras del cosmos.

Que no habrá unión más perfecta

que aquella que se acontece entre dos infinidades.

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…Alas…

Yo todo vulnerable,

Humano de huesos a carne,

Y tú, toda alas, toda alma

Desciendes como el alba,

Radiante, bella, princesa,

Tomas mi mano y me salvas,

Como ese ser todo espejo de soles

Que alguien espera al fondo de los sueños.

Me abrazas, me besas,

Siento en tu corazón como un atrio

De suaves caricias que parten en la búsqueda

Se llegan a mis átomos, los enredan, los devoran

Y que manera de morder es la suya,

Tan natural como santa,

Luego te cruzas caminado por mis ojos

Con tus ojos ámbar, yo ansío volar,

Pero son tus alas, siempre son ellas

Las que nos ensalzan del amor infinito. 

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Es un beso con alas

Solo un beso de tu alma basta

Para acarrear el mundo hacia mi boca,

Para sentir mil poesías en mis labios

Viajando como aves para amarrar mis sueños.

Algo así como pendiente,

Pendiendo del hilo del aire

Como un cardumen de adjetivos en verbos

Asidos de alas, de estrofas, de párrafos

De alimentos celestes que solo nos deparen

Ante cualquier juez, el paraíso del amor.

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Ojos para la inmensidad

A veces parecieran ser los pájaros un beso

Que en el cielo azul se tallan,

Como un sello de esmeraldas.

Aquel colosal terraplén de nombrados tonos

Que juegan a ser añil entre el viento.

Algunas partículas aglomeradas de espuma blanca

Fueran para los ojos bandadas que viajan

Como un segundo mar de olas placidas.

Y así el corazón gigante

Escribiéndose en las aguas de Dios por las alturas,

Refulgente entre el alma del sol

Que vocifera con cometas de fuego.

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Atmósfera de tus besos

Cruzan, van con el viento

Van con sus alas de gaviota desamparada

Y su alma de mariposa enfurecida.

Son ellos. Caminan, corren, vuelan,

Otras son las veces que nadan

 O bucean entre las letras de mis labios.

Son los besos, los que sellan, los que marcan,

Esos mismos que amo hasta los sueños

Los que empiezan en tus ojos floreciendo

Como golondrinas en la búsqueda,

Yo los detengo, con mi alma vuelta el alma suya,

Los derrito, los desarmo, los deshago por mi cuerpo

¡Cuanto jardín me siembran!, los adoro,

Y en el instante que emigran hasta ti

Yo le demuestro que mi sed es grande

Entonces se quedan, enamorándose conmigo.

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