Legado del alma
Legado del alma
Cuando llega el verano
se que llegas con el amada mía,
en los rayitos de sol que florecen en los canteros
que por entonces eran tristes madrigales sin ti
se descubre tu corazón donando el paraíso.
Ya las tramposas lágrimas del otoño han sido
al igual que la manga glacial de los inviernos
donde triste te esperaba, desparramado entre la hierba seca
flemática el alma, buscando incendiarse contigo
con mi rostro recostado entre las manos
y mis ojos flechados en el arte de los cielos
con dos alas simuladas en la espalda
trazadas, por algún duende que osó cantar conmigo.
Allí donde te espero, detenido en el tiempo
como una estatua eterna soñando contigo
de bruces al suelo, mi corazón hace raíz y se une a la tierra
allí donde te espero, arden las cenizas
de los alisos que traes sobre tu cuerpo
busco beber el fuego,
¿y quién pudiera asegurarnos que este cáliz,
a la vez de mil veranos despliega la primavera?,
entonces, cuando el telón del escenario se levanta
vuelvo animar mi alma
seducida por tu amor clemente
que se escurre como el agua divina,
se que has llegado entonces
cuando ni la propia muerte me habéis vencido
y en tus labios encuentro una luz sin runa
que me trasforma en su infinito.