Amigos para siempre

24.07.2017 02:14

     Amigos para siempre

      Esta historia no es ninguna fábula y se ha acontecido realmente, ha estado circulando de un tiempo a esta parte sin cansancio de boca en boca; adoptando además de los canales que diríamos antiguos  los métodos modernos de comunicación con los cuales se sirve la humanidad hasta la presente fecha; logrando que noticias como estas recorran el mundo en cuestión de segundos. No es que fuera yo el primer narrador ni vaya a ser el último que hablara de ella, no es que fuera yo el mejor relator para hacerlo; es que esta historia es digna de ser recordada y por ello en total atrevimiento pasaré a contarla, debiendo el lector de aquel tiempo que la lea perdonar la precariedad que llegara a encontrar sobre mis palabras, es que historias como estas son para muchas almas y no es deber de la mía sellar mi lengua para entonces sepultarla.
      Hace algunos años en un lugar de San Donaci (Italia) la señora María Margherita Lochi se encontraba en las inmediaciones de su hogar cuando lo encontró en un campo vecino, desarraigado, tembloroso, desnutrido, abandonado; como quien busca el refugio de un abrazo protector. Haberlo encontrado de tal forma, tocó el iluminado corazón de María por lo cual no pudo hacer otra cosa que acogerlo entre sus brazos. Era aquel que ante su bondad se mostraba con impaciente ternura, un pastor alemán. El más hermoso de todos a los ojos de María. Así fue que la admirable mujer que por aquel tiempo llegaba a sus 57 años adoptó a aquel animalito de Dios desprotegido. Con el correr de los días la debilidad se había tornado en tenacidad y la triste melancolía arrinconada sobre sus ojos rebozaba de un alegre encanto.  María había elegido un nombre especial para llamar a su mascota. Así que le llamó  Ciccio, el gran Ciccio, que transformó en poco tiempo en más que una mascota común y corriente, en un lustroso compañero y amigo inseparable de María.
        La señora María le había tomado mucho afecto a Ciccio, ya  que solía acompañarla desde su casa hasta la iglesia  de Santa Maria degli Angeli cada vez que la necesidad se lo demandase y con el permiso de los sacerdotes Ciccio reposaba a los pies de Maria durante toda la misa, convirtiéndose en un gran devoto. Así fue durante mucho tiempo hasta que Dios decidió llamar a su dueña al cielo. Aquel día fue uno de los más tristes de Ciccio, aún más que los días de abandono. Su amiga del alma, con la que tanto había compartido había partido. El funeral se celebró en la misma iglesia y, en el cual Ciccio estuvo presente.
        Por más que pasaban los días el querido pastor alemán, el gran Ciccio, jamás dejó de asistir a la misa. Así lo hizo todos los santos días desde que faltó su compañera, a lo mejor buscando el consuelo de encontrarla se arrimaba hasta el altar y ahí se echaba al suelo junto al párroco Daily Mail que era el encargado de oficiar la misa. Ciccio se había vuelto tan popular y amado, que era un héroe para el pueblo de  San Donaci y por ello lo había adoptado hasta el día de su deceso. Bueno, algunos dicen que su muerte llegó en el año 2013, y es justamente en esta parte de los hechos donde tengo mis dudas de la historia; es decir, algún que otro morador e incluso este mismo quien escribe, podría decir a ciencia cierta que el gran Ciccio y la bondadosa señora María Margherita Lochi aún merodean por el pueblo y se sientan de cuando en cuando para celebrar la misa. Preguntarán ustedes como podría plantear semejante palpitar; pero con una mano en el corazón me gustaría que me digan que su historia no es eterna y que ha muerto; como lo hacen por el cielo, también caminaran sobre la tierra de los hombres. Ruego me perdonen si la historia no ha sido bien contada pues mi trabajo sólo era escribirla para que jamás la olviden.

Autor: Iluminado