Un corazón para las chatarras (relato)
Un corazón para las chatarras (relato)
Un camión de carga se desliza sobre la ruta 135, rumbo al basurero. Al llegar al km 33 se lo divisa parar su trayectoria en la chatarrería resguardada a mano derecha, al albergue de una extensión campestre. Millones de chatarras viejas y oxidadas son descargadas allí. Se puede apreciar desde lejos un gran cordón montañoso de metales y materiales inutilizados. El camión no tarda en partir.
Al atardecer, un hombre llega con una maleta negra. Parece seleccionar los restos inertes del suelo. Elige las piezas, las coloca en su valija, sube a su camioneta la cual lo espera a la entrada y se va. Una vez en su taller, abre la valija y tira todos los residuos metálicos sobre la mesa de madera. Luego empieza la tarea del orfebre. Fusiona los restos, tornillos, chapas clavos, resortes, tuercas, arandelas, baterías; los solda, los pule, los mide, los corta, al cortarlos se lastima su brazo izquierdo. Algo de su sangre cae sobre los metales. De repente se yergue ante el una nueva estatua de aleaciones. Como cree que ella es única en su especie, la apoda con el nombre Estreilit. Decide colocarla junto a sus demás obras, las cuales serán exhibidas en la fiesta de artesanos del pueblo Angostura. Durante la noche, tiene un sueño. Sueña que Estreilit se ha movido de la repisa, que ha estado saltando entre las herramientas con sus piernas de resortes. Que su cuerpo de chapa se ha revocado de las alquimias del oro. Que ahora su cuerpo brilla como las preciosidades más nobles de la existencia.
Al despertar; se para enérgicamente y corre hacia su taller. Alza su mirada y ve. “Gracias por darle vida a la muerte, tu arte me ha salvado de la inexistencia”. Cuando mira por las trenzadas cortinas del ventanal, logra divisarlo, apenas diminuto, volando con sus alas de terodáctilo, como un pájaro preso que ha conocido las libertades del alma, hasta desaparecer al centro del sol resplandeciente.
Autor: Iluminado