Un beso envenenado de eternidad

28.10.2014 18:50

 

 

 Un beso envenenado de eternidad

 

El día de los muertos una muchacha caminaba a altas horas de la noche, su sombra se perdía entre la tenue luz que prácticamente se opacaba con la niebla. Como le gustaba contemplar el silencio de la mar, seducida por alguna razón indeterminable, se paró por detrás de las barandas de un puente, que unía la ciudad de Bejiquim con Estraunfung. Las olas se ondulaban golpeando la jocosidad de las aguas. Era ella, el faro casi perdido, y el mar, todos en una misma dirección a la soledad. De improviso, un hervidero de espejos de sombras la cruzo de par en par hasta dejarle una sensación escalofriante. Ante sus pupilas, se posó un hombre vestido enteramente de negro. Pero de cuyo contorno se expandía un aura incandescente. Sus ojos sangrientos estaban cubiertos por su galera y cuando la hubo mirado, ante un magnetismo que le impidió escaparse del fascinador, fue la víctima más dulce sus colmillos. Una mordida en el cuello fue suficiente para el veneno de ese amor nocturnal. Luego de que el veneno se expandiera entre su sangre, fue, indefectiblemente, la eterna amante durante todas las noches de la existencia.

En la actualidad, tras hechos que han delatado el miedo helado de aquel puente, absolutamente nadie es el valiente que se atreva a encontrarlos, esperando por la sangre humana junto al océano inmenso, especialmente durante la noche de los muertos. Allí reinarán los inmortales en la dulce espera de acrecentar su reino.

 Autor: Iluminado