Que la paz se realice entre los hombres
Que le sea la paz a los hombres
Sea la paz al mundo un fomento de continuadas raíces, un árbol de tronco y ramas, y de hojas y de copas, de luces y más luces, así se multiplique, como el rocío que acontece entre la noche oscura y reverdece la onda vida entre los bosques.
Como una baguala sisella de jazmines, dichosa y alabada, que a lo largo de las selvas siembra, el monte aromado, de las blancas colinas del maravilloso misterio.
Que no sea más un hombre aquel rey de los primates, aquella palabra injusta, aquella atroz guerra sin razones, el arma más letal, con su trágico cerebro falto de andamiajes, de caminos y de libros que indican la tercera huella más allá de los grandes cielos.
Que no sean los niños víctimas de un despojo, que sea el corazón del mundo el que hable, el que lata más allá del universo, que los unos se amen a los otros, y la paz sea y se contagie y se nazca y se renazca a cada molécula que le llaman tiempo.
Si existiera alguna vez un pelotón, una milicia, o algún campamento entre las trincheras, sea ese el de las almas, las más grandiosas, las que enseñan, las que plantan, las que dicen que la guerra es el camino a la ignorancia, al fermento inhumano, que recorre los ríos del vacío, y que solo la paz es una alianza para ejercer la ley celestial del matrimonio, esa que dice que el amor y la paz, son tan gemelos, que vivirán hasta la eternidad incomparable.