Poesía
Poesía
Te respiro hasta artar el tiempo del aire
y transcurrir la era del silencio
como eco de fuego de purezas que no apagan,
como la insignia altiva que nace y subsiste
a la morada de mi ánima,
ya que eres mujer radiante, y encarnas
las células del hombre en alma,
ya que te sobran las palabras
que esbozan cual las flores hablan
la madurez infinita de las bellezas mágicas
de algún cielo que combate
a los avernos depredadores.
Porque eres reina y se arrodilla
la visible e invisible existencia ante ti.
¡Antorcha en fuego de los sueños!
¡santa cúpula de estrella iluminada!
que llueves y siembras a mi alma
luz eterna confesada,
cuando el corazón abre sus umbrales
y está en trance hipnotizado,
en el inundado vacío de las nadas
esperando el encuentro,
de tu más santo y prodigioso misterio.
- ILuminado