Mirando el cielo del horizonte
Yo te distinguía, encandilado de chispas,
El cielo era parafina, de el pendía tu llama
Esférica, sublime y aún así sin formas,
Como un alma oculta entre los trapos de títeres.
Eras y sos marioneta del vacío,
De los flecos del horizonte
Flotaban golondrinas que se doraban a tus rayos.
Todo de ti era y es luz más fuego,
La biología perfecta de los átomos.
Yo te pintaba de palabras,
En mis cuadros eras el rey de los cielos,
Monarca también me observabas
Mientras dejabas la cúpula quebrada de tonos,
Y por la alfombra del crepúsculo te retirabas,
La multitud de las energías se arrodillaba a tu partida,
Luego, la noche incendiada de estrellas me recordaba,
Que eras un león clonado de albas celestiales.