María eterna
26.05.2012 18:44
Vienes a mi celeste
con tus brazos eternos
blancos ojos jazmín,
con la sonrisa que sana
y verdes mandalas en tu frente.
Viene a mi tu continente
claros soles del poniente,
a tus manos mi capullo,
yo, mariposa dormilona,
que se acuna en corazón.
Vienes trasmutada de belleza,
con la mirada de nobleza
marina y cándida tu voz,
traes calderas de esperanza
y una cera que no apaga,
por más que sople el viento atroz.
Y yo me planto en tu semblante,
tu con manos de diamantes
anclas zafiros de Dios.
Yo soy tu hijo, tu mi madre,
paz sobre paz...
paz y amor.
Llegas de alto, ante el polen de tus nubes
y alfombras de flor en flor,
con los ángeles que cantan
por las cuerdas del arpa de Dios.
Llegas pulcra e inmaculada
en las regatas del sol,
tu la reina transfigurada
y yo arrodillado ante DIOS.
TU, MARIA ETERNA… MADRE DE DIOS.