Los ángeles de tierra

21.03.2014 11:28

Amigo lector, esto es una fábula, yo también creo en Dios y en Jesús tal cual lo verifican las escrituras sagradas

Los ángeles de tierra

 

“Hace mucho tiempo existió lo que perdura, una raza conocida con el nombre de Los ángeles de tierra, fueron tan silenciosos, que sus huellas no quedaron para la humanidad”.

Lucer era paleontólogo, recibido en la mejor universidad del mundo, “La nueva era”. Allí había aprendido todo lo que respecta a la profesión, sabía como llegar al hueso, y la dosis justa para preservarlo, como retirar las piezas sin un solo rasguño y en todo caso, como trasladarla hacia algún museo, o uno de esos laboratorios donde se registran las historias del mundo.

Aquella mañana de niebla del año 2009 se encontraba al pico de una gran montaña, “La gran cima”, ubicada al sur de la cordillera argentina.

Ya había instalado su carpa, esperando la inmensidad de la noche vecina, tenía todas las provisiones necesarias como para subsistir lejos de la ciudad, por aproximadamente una semana de reloj.

Se encontraba buscando algún ser jamás visto, o alguna presencia que descubriera a ciencia cierta el eslabón de la humanidad.

No tardó en llegar el infinito oscuro del cielo, y mientras estaba pronto a dormir, sintió un leve ruido al exterior, como a unos tres metros de distancia, en dirección este.

Se levanto apresuradamente, con algo de miedo y muchos interrogantes en su cabeza, deslizó el cierre y abrió su carpa. ¿Que podía ser allí, en la soledad total y desamparada?. Giró su cabeza hacia todas las longitudes y latitudes, pero sus ojos no llegaron a percatar nada. Volvió a guarecerse. Casi al principio de sus sueños, algo se volvió a sentir:

_ que extraño, no puede ser posible_ se dijo a sí mismo mientras se dirigía al exterior.

Algo con forma inhumana se asomó a la entrada, sus ojos se agrandaron, aterrorizado por aquella insólita presencia.

_Desde siempre te esperábamos Lucer_ le habló aquella cosa indistinguible ante tanta oscuridad.

_ ¿Quién es usted?, ¿qué hace aquí?, ¿qué pretende de mi?_ eran tantas las preguntas atemorizadas que emergían de su boca.

_ Antes que nada mi amigo, no te asustes, no valla a ser cosa de que mueras de un ataque repentino_ le contesto esa envoltura de interrogantes ante el silencio de las alturas.

Y volvió a hablar: _ solo sígueme, sin miedos, hay mucho que debes saber, y tanto que debo contarte.

Fue así que siguió sus pasos, como un buen discípulo suele perseguir a su buen maestro. A medida que caminaban más se acercaban a la luz que llegaba desde las estrellas lejanas, como un torrente de bendiciones. Comenzó a advertir la presencia desconocida, tenía algo de humano y extraterrestre, su piel era de un color entre verde y marrón, con distinguidas conformaciones escamosas, su cabeza era bastante grande y tenía dientes, pero a ellos se le entremezclaban colmillos, sus ojos eran tan transparentes como infinitos y caminaba sobre dos patas, robustas, como enormes. Tenía dos brazos también, en los cuales contaba con sus manos de tan solo dos dedos, con grandes uñas. Era alto, parecía provenir de esas tierras de los gigantes.

Lucer no dirigió sus palabras en todo el recorrido, solo aquel habló.

Tu te has llegado hasta aquí, por la única razón que desde hace años te esperamos. “La respuesta”, eso es lo que tu quieres saber, que pasó en la antigüedad para dar origen a eso que hoy eres, un hombre, de carne y hueso.

Fue la única vez que respondió.

Lucer_ si, ha eso he venido a este sitio.

Muy bien, antes de que lleguemos a mi mundo me voy a presentar_ decía el extraño, mientras ambos caminaban a pasos no muy largos hacia delante, como buscando el horizonte.

Tímel _puedes llamarme Tímel, provengo de una raza antigua conocida con el nombre de “Los ángeles de tierra”. Nosotros habitamos este planeta desde antes de los dinosaurios, esos y ustedes son vuestros hijos, células retocadas genéticamente por nuestra mente extensa.

Llegados a una roca amplia sujeta a la montaña, Tímel presionó con uno de sus dedos uno de los laterales de piedra, al suelo se abrió una compuerta, bajaron por unas escalinatas no muy largas hasta llegar a una especie de nave.

Subidos, se trasladaron en ella por un túnel extenso, hasta llegar al centro de la tierra.

¡Santo cielos!_ Lucer estaba sorprendido por lo que sus pupilas lograban apreciar.

Era una gran ciudad, ubicada por debajo del típico mundo, repleta de enormes castillos en formas puntiagudas, a la vista podía apreciarse una sublime innovación tecnológica, que no dependía en absoluto de la fuente eléctrica. Sus habitantes eran de un tamaño considerable, a Lucer le llamaron la atención las alas de terodáctilo que llevaban a sus espaldas.

Tímel_ esto que te estoy mostrando amigo, es un secreto que deberás guardar por el resto de tus días, si los hombres se enteraran solo ocasionarían una guerra.

En aquel experimento que creamos la raza de la humanidad se nos olvidó introducirles las moléculas de luz en alfa, eso hubiera correspondido a la raza perfecta.

Lucer_ así que ustedes son…

Tímel_ no hombre, nosotros respondemos a lo absoluto, no somos Dios, el va mucho más allá de estos canales de la existencia, nosotros solo somos el juego de sus sueños, y ustedes son sueño de nuestra ilusión. Así funciona la existencia, la vida origina a la vida, los átomos del pensamiento se materializan de acuerdo a las órdenes del corazón de los seres.

Estaban cerca del núcleo de la esfera geoide, pero lo raro era que no se percibía el calor, en absoluto.

Las cosas se cargaban y recargaban de la fuente central de fuego blanco, la que daba origen a todas las galaxias, con sus movimientos circulares de infinitud.

Lucer_ pero que me dices de Jesús, de la religiones, de sus misterios.

Tímel_ si, mira, hace algún tiempo la humanidad estaba demasiado perdida, y las palabras del creador fueron claras, había que crear algunas personas, cuyas capacidades fueran sumamente extraordinarias para los ojos del mundo. Entonces se juntaron nuestros mejores genéticos, lo que ustedes conocen como científicos. Se tomo de la luz, del fuego, y de las cosas blancas la perfección divina, el Espíritu Santo.

Se dio origen a Jesús, nuestro mejor guerrero de la luz, junto algunos hermanos de las luces, como fue el caso de Mahoma.

Ellos nacerían en el futuro próximo, pero nosotros ya los habíamos constituido desde antes de que surgieran. Tendrían en sus electrones las reglas claras, para orientar a los seres humanos, los mandamientos, la clave del amor, la fe de los pensamientos.

Lo que Dios suspira, nosotros lo creamos. Así somos, respondemos a sus órdenes, somos ángeles habitando el centro de la tierra, donde nadie puede percibir la presencia cósmica.

Lucer _ esto es increíble, ahora lo comprendo.

Tímel_ ahora lo sabes, si. Te estábamos esperando hace mucho tiempo, muchos quisieron saber estas verdades, pero la fe de su pensamiento no logró atraernos a sus ojos. Tú tienes la fe, la que se garantiza para trasladar montañas.

Bien ya sabes todo lo que debías saber, te iras ahora mismo, eres libre, te daré una inyección de luz antes de partir, recuerda que somos un secreto y que el amor es como tu corazón inseparable.

La vista de Lucer fue tapada y en pocos segundos desapareció de aquel lugar, fue transportado a su hogar, en el mismo que después de algunos años fue hallado muerto, pero  fue antes su escuela, de la fe y el amor, como vehículos de los logros perfectos.

Lo secreto quedó en lo secreto, hasta que la luz sea destapada por la luz. Más allá los primeros seres, seguirán existiendo, porque conocen los métodos certeros para ser inmortales.

 

También me pueden leer en el siguiente sitio web: luzdelalma.bligoo.com/