Florecía su alma aquel septiembre
Florecía su alma aquel septiembre
Paseaba el amanecer entre coquetas flores septembrinas
en tanto que las aves, en religión
comenzaban a corear su dulce trino
era el orar poderoso de todas las bellezas
serenatas de luz eran los rayos del sol despechugado
cada gota leve de rocío, era un barniz para el alma
clareaba la mañana infinita de brotes
había gozo sobre todas las cosas descollantes y atómicas
que se ofertaban gratuitamente para embelezar a los ojos.
Dispuesto el camino al corazón de la plaza
volaba mi ser sin rumbo fijo, buscando amor
investigando cada rincón
donde las partículas evocadas nos abrazan.
Junto al banco aquel, de aquel lugar
donde el amor fue atropello de ilusión y fantasía
abrí de nuevo la carta
despellejé las lágrimas
y tu beso apareció nuevamente
con el sabor del futuro
serena tu alma, disuelta a los encendidos brazos
jurándome la eternidad
y yo perdido en el letargo, soñando contigo
con un papel apretado entre mis manos
aferrado el puño mojado al pecho
sucumbiendo y reviviendo en tu recuerdo
por ti, en ti, mi dulce flama, mi luz eterna, mi primavera.
Autor: Iluminado