Elementos del maestro: La roca y el agua

03.12.2013 02:11
 

1386046955085-II_BIENAL_CONCURSO_CUENTO_Y_POES_A_INTERNAUTA_Venezuela_concurso_cuento_poes_a_literatura_cultura_arte_escritores.jpg

 

 

¿Ya se han enterado?, ¿ya se han preparado?, ¿acaso han afilado bien su pluma?, porque les explico.

Se encuentra en marcha el II BIENAL CONCURSO CUENTO Y POESÍA INTERNAUTA (Venezuela), para aquellos escritores, también para esos otros que vamos por el camino, a duras penas, pero sin perder la marcha del pelotón. Con el propósito de la paz y el bienestar mundial, sean todos invitados a participar de este gran evento, que reunirá a grandes plumas, sin lugar a dudas.

Les cuento que tuve el privilegio de entrar entre los premios especiales del 2012, con el cuento Los elementos del maestro: la roca y el agua.

Un cuento tal vez desprovisto de la buena técnica, y de los buenos detalles ortográficos, sobre todo en puntuación, pero que no deja de salir del corazón más sabio.

Me he situado con un personaje en primera persona, lo he elegido pobre, porque es ahí donde uno aprehende las mejores estrofas de la vida.

El personaje secundario es el maestro, un indio mapuche, que en su aislamiento del mundo urbano, ha comprendido la vida mucho mejor que toda la gente. La misma que goza de toda la tecnología posible.

Se sitúa entonces la roca, esta representa el obstáculo, ¿pero que es un problema?, sino más bien un aprendizaje para lograr fortaleza para un futuro.

La roca también representa las personalidades fuertes, los más fuertes suelen ser muy débiles en su interior.

Por último esta el agua, que fluye con la vida, constituyendo esta misma en gran parte. La misma agua que corre hasta llegar al mar.

He aquí entonces el cuento, esperando disfruten su humildad: 

 

 

Elementos del maestro: “La roca y el agua”

“La sabiduría es cada átomo de la existencia,

por ende cualquier cosa concreta o abstracta

habla la ciencia del universo de Dios.”

 

    El parecía de otra galaxia, pero era de las mismas células de mi cuerpo, estaba provisto de carne y hueso, el era humano, aunque nunca fue severamente terrestre.

Yo había nacido en las miserias absolutas, más las leyendas urbanas me bautizaron el príncipe mendigo, yo como cada individuo de la existencia tenía mi propio camino, mis propósitos y mi sueños.

Nací en el año 1986 a las costillas de Buenos Aires, Argentina, brote del seno de una familia pobre, y así me crié con la filosofía de la calle y la universidad de los cartoneros,

pero siempre llega un día que la rutina te agota, y es hora de emprender nuevas cosas para la vida. Así fue que un Martes de aquel invierno crudo del 86, con ya 20 años cumplidos de aventuras entre asfaltos decidí emigrar, como se van las golondrinas en busca de sus cielos.

    Nunca supe de mis ilusiones íntimas, así que en otro lugar encontraría mi sendero para esta vida, más preparé mi mochila algo agujereada con los elementos justos y necesarios me despedí de los gratos conocidos, del monstruo y las discotecas, de mis progenitores y partí tras la ruta de la libertad, sin mirar el abismo de mis huellas me calcé detrás del primer camión de transporte y me fui lejos. Viajé días, fueron un par, mientras en cada parada de estación mendigaba algo para sustentar mis necesidades fisiológicas.

   Un domingo, el día del descanso del creador, llegué al lugar que consideré como mi destino, había arribado a la Patagonia y una cadena de montañas conjugaba con glaciares, el frío intenso, la nieve tersa y blanca y esos lagos que parecen haber nacido del edén. Me sentía como Adán, como el primer hombre que pisa suelo lunar y ancla bandera en otros espacios. Me adentré en un bosque, como para perderme entre la naturaleza, al estar verdaderamente perdido me encontré con aquella tribu de mapuches, donde tuve mi primer maestro. Ellos vivían en la naturaleza, desprovistos del mundo material, ellos eran uno más de los eslabones de la existencia. Su significado me llamó la atención en aquella leyenda que se leía escrita sobre piedra, ella decía “nosotros somos gente de la tierra, nativos de la luz”, su nombre Mapu: tierra y puche: gente, fue lo primero que me ensañaron aquellos.

    Fui como aquel niño que cae en una selva y es criado por los lobos, pero por coyotes sabios. Allí conocí al chaman, al ser más importante de la tribu, a primer profesor de sueños, a mi primer referente para la vida. En poco tiempo fui uno de ellos, aunque mi corazón decía que siempre lo había sido, no estaba tan lejos porque ya era un indio urbano, solo que ahora era parte del bosque.

Nehuen, hombre fuerte, ese fue mi guía, el me enseño cada movimiento de las moléculas, y pronto comprendí, que un indio era más sabio que un presidente del mundo cosmopolita.

     Un día me llevo a recorrer las cascadas y yo no pude dejar de preguntarle como es que sabía tanto del universo.

 Me dijo en mapuche, cuando yo ya había aprendido su lenguaje_ querido Nahuel, así era mi nuevo nombre, o más bien el remplazo del que nunca existió pues yo era un ser anónimo, ahora era el “tigre,”verás que en este sitio radica tu última lección, estábamos en las cascadas, aquí yo he aprendido todo sobre lo que es y no es, sobre lo que piensa y no piensa.

    “Quiero que te fijes el agua, como sigue su rumbo, eso es la vida, avanzar sin detenerse hasta donde confluye y aquieta, esa es la paz sobre la paz. Observa sus ondas, sus olas, son como energía en movimiento, todo lo que existe es movimiento_ me dijo, mientras me hablaba sentía estar en otra dimensión, parecía flotar en el aire como un cóndor, ¿cómo es que el sabía ya de las teorías relativas de Einstein, si nunca había leído ningún libro, ni había pisado una ciudad?. Continuo su dialogo_ mira el agua, por que ella también vive como tu, y se alimenta de tu mismo cosmos, fíjate tu cuerpo, no es más que 70 % de agua, gran parte de lo que vive es este elemento, la raíz y la magia radican en ella, por eso cuídala como el bien más valioso que posees. Ya estaba yo muy admirado de cuan sabio era este anciano mapuche, solo decía gracias maestro, pero el pronunció_ agradece al universo, porque yo soy solo otro tu, él es sabio. No pude hablar, emitir sonido y gesto alguno, continuó_ fíjate la roca, dura y resistente pero aún así tan débil en su interior, la roca es el fruto del amor extenso de los minerales, la roca es obstáculo y umbral a nuevos caminos, la roca también vive Nahuel. Sus últimas palabras aquella tarde fueron todo lo que existe piensa, por eso existes, porque eres pensamiento que vibra, cada cosa es un movimiento nuevo en concreto.”

    Esa fue mi última lección, el libro que siempre esta abierto para que lo lea cada vez que mis sentidos lo perciben, el diccionario más mágico que exista.

    Al amanecer del otro día me despertaron los rayos cálidos del sol, el anciano me llamó y palmeo mi hombro, luego dijo_ tu camino aquí ha terminado, ve en busca de otros propósitos, recuerda que tu eres forjador y artesano de ellos, que ya no eres mi discípulo, ahora también eres maestro, ve y enséñalo a la muchedumbre para que sus sueños sean despiertos.

    Era punto y aparte de un párrafo, la línea de llegada era una nueva partida, así fue que volví a la ciudad. El fue mi maestro, parecía de otras galaxias, pero era de carne y hueso.

Llegué de nuevo a la urbe, allí enseñé la teoría de mi mejor escuela, allí sembré agua, roca, buenos maestros de sueños.

 

Así que si quieres tener un diploma como este y además ser reconocido por un prestigioso escritor, agenda este evento, participa y da lo mejor de ti.

 

 

diploma_de_Laab_Akaakad_escritor_Venezuela_concurso_internauta.jpg

También pueden leerme aquí: delalma.bligoo.com.ar/