El rey de los mendigos

09.12.2013 10:55

cuento_relato_micro_ficci_n_literatura_iluminado_imagen_bligoo_2013_amigo_amistad_luz_don_igualdad.jpg

 

 

 

El rey de los mendigos

 

 

 Hace mucho tiempo, existió un rey, el cual poseía sobradas riquezas. Tenía todo de cuanto quisiera, todo de cuanto le haga falta, e incluso, eso que jamás hubiera solicitado.

El gentío lo saludaba por las calles, haciéndole reverencias, otros, hasta se acercaban para besarle sus pies. La muchedumbre lo seguía entre los límites, y más allá de lo que ellos implicaran. Su nombre se repetía, aquí y allí, como un eco reluciente de montaña. No existía para los hombres otro como él.

   _¡Hurra al rey, decían!_ mientras pasaba. En cada rincón, lo hacían sentir reconfortable.

      El monarca había distribuido de sobras para algunos, y de pocas migajas para otros. Aunque era el rey, y por ello le veneraban.

Hasta que un día, no todo fue sol ni amanecer. Una enfermedad le llegó a su cuerpo, un virus de poco trato, que le deparó un gran malestar. Cada tesoro que poseía, debió ser empeñado para cubrir los gastos de su salud, que de apoco lo consumía. Casi de manera innata y espontánea, aquellos que le seguían se tornaron en su contra, sus riquezas habían caducado, tanto así, que quedó en la ruina total.

Los de su talla, incluso a quienes les había ofrecido por sobras en su bienestar, lo abandonaron, hablando pestes de él.

_Por mi, que se muera ese canalla_ vociferaban entre si. Eran los mismos, esos que le lamían los pies como orangutanes, esos que compartieron su mesa y sus manjares.

       Pero de los suburbios, llegó un señor, no bien nacido, con el peso de una vida encrucijada, entre el hambre y la pobreza. Él cuido del rey durante día y noche, a veces con solo agua y pan para abastecerse. No le importó su dicha, ni sus lujos, más solo pensó en las gracias del Dios bondadoso, manteniéndose firme a su cuidado, como don de luz, que comprende los sentidos de la palabra amigo.

           No pasó mucho tiempo, el deceso del rey, casi anunciado, se dejó llegar. Varios lo ignoraron, hubo de los cuales hasta escupieron su tumba. Solo el mendigo lo lloró y le auguró el bienestar más allá de los huesos y de la tierra.

      A la semana siguiente de su muerte, encontró este hombre un buen testamento, el cual decía:

Siendo que he engañado a todos con la falta de mis reliquias, ocultando la otra parte de mis bienes, yo declaro a este humano complaciente, que sin siquiera conocerme, cuido de mi hasta el punto final de este misterio, rey absoluto del continente Iluminaria.

      No tardó en derrocar a aquellos que usurpaban el poder, los cuales furiosos caían como moscas en el azufre. Creó leyes con la ayuda de la voz- la del corazón- con la ayuda de sus secuaces, los cuales provenían de las miserias.

_Esos analfabetos, deben irse_ aullaban al viento los envidiosos, los mismos celosos, los egoístas que solo operaban según sus pareceres.

       Y aquel hombre, de oídos sordos para algunas ratillas creó alianzas, y políticas para todos. La luz invadió la oscuridad en la totalidad de las formas, y la pobreza pasó ha ser una epopeya pasada. Un ignorante, como todos suponían, fue el sabio que cambiara su mundo en corto tiempo. Ese mismo que comprendía que el amor no se compra ni se vende. Ni es un interés. Ese mismo que le cabe la palabra amigo en toda su magnitud.

 

También me pueden leer en el siguiente sitio: delalma.bligoo.com.ar/