El pensador de sueños
El pensador de sueños
Los grandes príncipes del mundo deshojaban margaritas en las esquinas, esperando- en los puertos de las calles- algún amor partidario.
Los gatos hacen malabares entre techos y muros, rápidos como liebres bajo el respaldo reñido de la noche. Y los mimos que gravitan las plazas, son los sórdidos políticos- mudos del ego- con su lenguaje de señas de la nada.
Y allí- entre el sol de los astros- compungido está el pensador, imaginando algún noble ritual-piadoso- del Dios de las alturas.
¿Cómo sería el hombre perfecto?_ se dice. Y a lo largo del cielo, extensa se esculpe la oscuridad, iluminada al foco tímido de las estrellas.
Sus ojos se cierran apaciblemente-como quien busca los mensajes de Neptuno- y en su mano reposa la mente de esturión-el pez de los cielos-y como un hilo sin límites, en algún lugar del vacío inoportuno, se desata la luz inspiradora.
Y reposa allí, junto al punto supremo que todo lo principia, el humano perfecto. Con el corazón de un niño, el alma de un pájaro y los sabios ojos de un anciano, se yergue el nuevo robot del pensamiento transparente.
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