Debates literarios
Debates literarios
Rompieron las estelas al acto amante del escritor contemporáneo –que convivían en el aire- y al umbral emergió una luz esplendorosa, práctica, divina, flexible de universos, y encarno junto a las sombras de la noche otro hombre –sobrenatural- reluciente.
_¿Quién eres tú?-preguntó el poeta en el asombro del disparo del relámpago
_yo soy el que irrumpe los tiempos del universo, y os deja luz en las pupilas, yo soy el poeta antaño, que lleva en su pluma la magia de las voces celestes –contestó, destrozando el silencio perfecto-.
_Ah, si, tu eres el clásico, el romeo azul, el literato sin olvidos
_ese mismo soy
_¿ y a qué vienes a mi tiempo, invadiendo el desorden libre de mis versos?
_vengo a cumplir la profecía del amor en métricas puras, el mensaje de las musas divinas
_se equivoca de tiempos majestad
_no señor, en absoluto, el tiempo, jamás existe en mis senderos. Habéis ultrajado la poética, hasta el punto de devastarla en novatas siglas insustanciales. Por ello, será tu hora este instante, perecerás al fuego de mi pluma, en guardia caballero.
El combate fue dispuesto por el destino. La péndola de oro se clavó en el alma del hombre moderno- causando su muerte-, mientras su pluma blanca traspasó el corazón del fantasma antiguo. Ambos murieron al filo de las plumas –tal cual dicta el destino su sentencia-, de ellos emergió un solo árbol de la vida, cuyas cúpulas alcanzaban el cielo de las luces.
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