Aprisa rapsoda
Aprisa rapsoda
Despierta, que a tus ojos arda
El misterioso edén de las palabras
No tarda en gemir la aurora
Como un Dios en tu garganta.
Y empuña al cielo inmenso
Un montón de estrellas
Que apuñalen con clemencia
A la indigente humanidad su luz.
No tardes, vienen planeando con sus alas
Libres y en camada, en millones las soflamas
A tu corazón compungido
A sembrar sus velas en las escuálidas voces
Donde indigente el hombre
Buscará su pábulo almacenado.
Despierta, no tardarán las estrellas
en hacer de ti, el último juguete de su lumbre.
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