“Empecemos por crear cerebros modernos e iluminados, y que sean luego las máquinas las que vengan”

¡Ay mundo, mundo tuyo y mío!,

lateral, cuadrado, espontáneo y relativo.

Que se anclen las pancartas

vuelta germen de banderas

que digan en sus voces

¡vasta a la guerra!,

¡vasta de víboras, venenosas y rastreras!.

Firmemos un contrato

hecho ciencia y no novela,

una política saludable

y no un testamento en las  trincheras.

Quiero ver en los grandes, corazones de niños,

y por cada invento humano

luces santas de artificios.

¿A dónde has ido mundo mío, sin el amor como equipaje?

quiero verte como el fénix

renacer al largo viaje.

Borremos tumbas y caprichos,

envidia, celos y rabia,

y dejemos la bondad

 hecha un óleo junto al alba.

Exorcismo para la cólera,

la violencia y la desdicha,

cozamos a los demonios

alas de ángeles y dichas.

¡Ay mundo, mundo tuyo y mío!

quiero verte claro y manso

equilibrista en un vacío.

Mejor que callen los circos,

comediantes y guasones,

y se haga lugar en al horizonte

un sol grande sin rencores.

Que se anclen las pancartas,

con sus leyendas y rugidos

y alumbren a las almas

pobres de amor y sin latidos.

Comienzo amarte desde tus ojos

Cuando me calo a tu alma como un sinónimo desnudo,

Y amo tu cuerpo al pegarnos de pieles,

Ese laberinto aperlado de tu boca,

Más todas las gaviotas de tus besos.

¿Y cómo no amarte princesa,

 Desde el punto de fuga en perspectiva de infinito

Diseñando vuestro amor en el silencio de las flores?,

Que todo es cielo

Y tu eres todo

Y te amo más no pudiera no amarte

Desde el día en que muera en la vendimia de un ocaso.

Porque te adoro desde el átomo a la célula

Y de esta tierra al más hondo y lejano continente del espacio,

Porque bendigo el instante en que Dios quisiera vuestro encuentro.

Y te amo y te acaricio

Con la vital suavidad de las plumas inmortales,

Como el viento en un susurro de rayos enamorados.

Te amo y te amo

En la partitura absoluta de las voces,

Mi divino suspiro de milagros,

Como ama un pintor la secuencia de sus tramos.

Jamás ha de ser el día en que mi incurriera no amarte

Como jamás el infinito acabaría.

En mi inmadura juventud

Y en la más madura ancianidad,

Con todas las vidas que vivifican esta vida misma,

Te amo desde mi alma que es tu alma

Como dos medios en un reloj de tiempos eternos.

Yo te distinguía, encandilado de chispas,

El cielo era parafina, de el pendía tu llama

Esférica, sublime y aún así sin formas,

Como un alma oculta entre los trapos de títeres.

Eras y sos marioneta del vacío,

De los flecos del horizonte

Flotaban golondrinas que se doraban a tus rayos.

Todo de ti era y es luz más fuego,

La biología perfecta de los átomos.

Yo te pintaba de palabras,

En mis cuadros eras el rey de los cielos,

Monarca también me observabas

Mientras dejabas la cúpula quebrada de tonos,

Y por la alfombra del crepúsculo te retirabas,

La multitud de las energías se arrodillaba a tu partida,

Luego, la noche incendiada de estrellas me recordaba,

Que eras un león clonado de albas celestiales. 

Reuma de la flexibilidad humana

tu yelmo está hostigado de pocilgas

dubitativo al horizonte de los cuervos.

Dosel de púas, edecán de la miseria

empenachado de lóbrego equipaje

en la gresca de las voces.

Hedor de ignorancia en desgreñada carencia.

lacayo de espejos recónditos, vacíos,

jubón de papiros iletrados,

paje de ciencias desvastadas,

bazofia, atribulado te observo

mientras en ablución

niños de armiño siguen naciendo.

Las estrellas, iluminadas tiritan

Como una ópera de lumbres

Mientras, en la azotea de mis sueños te encuentro,

Cuando remo entre las páginas del aire,

El libro de mi vida te esboza

Entre los poemas de sus hojas

Como arcillas de mariposas

En la estación de las flores

Y entre los azulejos del tiempo

Las melodías del viento fresco

Nos siembra más allá de toda muerte

Entre los amores inmortales.

Alguien muy sabio dijo: El más grande, nunca te hará sentir pequeño, te dirá que tú también puedes ser gigante, por eso su corazón es inmenso.

Yo soy como ese castillo sin paredes

Mi corazón esta lleno de ventanas,

El cielo es hijo de mis manos

Cuando gime al óleo de los poros,

Y el espacio, el infinito es mi techo.

Yo repito la lámpara,

Yo calco la paz más humana,

Para reflejar en todos los planetas

El fuego del amor que nunca apaga.

Yo soy como el aire más libre,

Como el viento volando sin alas,

Soy flora y fauna,

Soy fuego y agua,

Y mi corazón aquí en esta manchas

Es tan tuyo como mío,

Yo soy del que pocos hablan

De los que muchos sienten

Y las flores del alma me llaman

A un coro de galaxias, poeta.

Hay un sueño, grato sueño en el alba,

cuando tus ojos tras los míos

se cuelgan a la sed zodiacal de las texturas del alma.

suelo ser, quien lleva las tijeras,

suelo ser quien recorta, quien suave contempla tu poema,

y nadie lo ve, es que nadie es mi mundo,

solo tú, solo tú, rosas las puertas del universo,

cuando vuelo en dulce vuelo de los vuelos,

solo tú, te coses al esqueleto de mi sangre

que flota en el aire como una armónica de chispas,

hay un sueño, solo tú,

jardines danzando en el vacío

solo tú, y yo desnudando las miradas.

Señor, tu que alumbras mi presencia

déjame oír tu voz de firmamento,

el acantilado de mi alma quiere una gota de tu cuerpo,

rózame, por la multitud de tus ojos celestes,

que haya murmullos de esperanza en las riberas

que oscuras se debaten entre las llamas del infierno.

Puedes hacer de mi casa, tu casa,

de todos mis verbos tu Biblia.

Señor del cielo, ámame

por cada tejido que me concreta en la existencia,

no hay enfermedad sin tus remedios,

tu corazón es un cerebro de profunda paz

donde las alas abundan, como espíritus de sabiduría,

señor sóplame de cielo, quiero morir y vivir en tus manos.